El diseñador ¿Artista, artesano o qué?

Por definición sabemos que el diseñador, por medio de soportes visuales, comunica un mensaje a un determinado público. Pero ¿Qué es un diseñador? En su carrera el diseñador está involucrado con elementos artísticos, filosóficos, arquitectónicos y muchos otros que son la distinción de otras carreras, como artes visuales, filosofía, paisajismo, diseño industrial, urbanismo, etc. Debido a este tipo de elementos nos preguntamos ¿En sí que es el diseñador? ¿Es artista, arquitecto, filósofo o tiene una parte de estos?

El diseñador y el arquitecto conocen los distintos elementos de una columna, los estilos arquitectónicos, los periodos, etc.

Al igual que un filósofo o un estudiante de letras el diseñador lee, analiza, critica, se cuestiona, descubre el trasfondo de las cosas, se enriquece y adquiere mayor pensamiento individual.

Pero, cuando hablamos de las similitudes entre diseñador y artista es donde más conflicto tenemos, pues es aquí donde encontramos mayor cantidad de similitudes, y a la vez también hay más diferencias.

El diseñador y el artista crean, tienen conocimientos sobre las técnicas, los materiales, las figuras, colores y una gran variedad de elementos comunes que, por lo menos al principio, ambos emplean. La diferencia entre los dos es que el diseñador no crea para sí mismo, tiene que comunicar una idea a la sociedad, para ser más concretos a un grupo específico de personas; mientras que el artista, en base a su visión, sus experiencias, su propio mundo, sus sentimientos y emociones crea para sí mismo, al igual transmite una idea, la cual sólo él conoce y los espectadores, por muchos análisis acertados en su mayoría que hagan, nunca conocerán verdaderamente.

El diseñador puede ser artista cuando entra más en contacto con aquella parte que se encuentra en su interior, que le enriquece el alma, lo lleva de los verdes prados a los remolinos morados, los vientos rosados y los brillantes infiernos interiores; y le impregna a su escancia una forma sutil, pero hábil de transmitir su mundo y el mundo que sus espectadores ven al mismo tiempo.

El diseñador no tiene que verse forzosamente limitado a transmitir una idea, puede salirse de la teoría y de las formulas matemáticas para separar elementos y usar su intuición, puede ser capaz de transmitir la idea principal junto con otras, sin que su mensaje se pierda, que al igual que en el arte, dejen en el espectador un espacio abierto para que se invada de otras emociones y sentimientos y que al final, al igual que sentarse bajo la sombra de un árbol en una tarde cálida, comer nuestro postre favorito en una ocasión especial, encontrar entre las antigüedades un libro que deseábamos leer o pisar hojas secas, produzcan cientos de respuestas, pero que al final, cuando recordemos aquel sabor que nos gusta tanto podamos identificar ese ingrediente que el diseñador deseaba que recordáramos en conjunto de otros más inventados por nosotros.